HISTORIA DEL EMPRENDEDURISMO

HISTORIA DEL EMPRENDEDURISMO

Los orígenes del emprendedurismo, tal y como lo conocemos, pueden remontarse desde el siglo XVIII de la mano de Richard Cantillón. Este economista junto a otros posteriores, fueron elaborando la noción de emprendedor como el de una persona que era capaz de gestionar sus recursos para la creación de productos nuevos, con actitud de liderazgo y capaz de capturar la atención e interés de otros sujetos.

El término emprendedor se deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín in, en, y prendere, coger o tomar, aplicándose originalmente, tanto en España como otros países, a lo que ahora serían llamados aventureros, principalmente militares, sentido que evolucionó posteriormente a tener connotaciones comerciales.

La palabra fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, todavía con esas connotaciones, como: «La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar, con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua».

Ese sentido y evolución está estrechamente relacionado con el vocablo francés entrepreneur, que aparece a principios del siglo XVI. Posteriormente, a principios del siglo XVIII, los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, caminos y los arquitectos. Así, por ejemplo, L’Encyclopédie define el termino entrepreneur como «se dice por lo general del que se encarga de una obra: se dice un emprendedor de manufacturas, un emprendedor de construcciones, un manufacturador, un albañil contratista.»

La traducción de la frase anterior es difícil, dado que el sentido de las palabras ha cambiado, pero se ha sugerido que el sentido de la frase francesa, a diferencia de la hispana, que se relaciona con la persona que obtiene un contrato con otros y está a cargo de su ejecución, lo que en España se denominaba en aquellos tiempos «maestros de obra».

En 1755,  Cantillón cambia definitivamente ese sentido de la palabra, transformándola en «la voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre». Cantillon postula que   el resultado de toda actividad es incierto, implica un riesgo, y alguien tiene que asumirlo con la esperanza de recompensa en el futuro y utiliza el término «entrepreneur» para designar a ese individuo, con lo que su significado pasa a ser «tomador de riesgos», en lugar de ser alguien que tomaba un salario.

 

 

 

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